La morena robó y ahora folla con el guarda de la tienda. señoras culonas infieles
En vano nuestra heroína quiso beber un señoras culonas infieles par de empaques. El ojo incansable del guardia vio sus esfuerzos. El joven decide convertirse en juez y jurado en una sola persona: no llama a la policía, sino que castiga al gorro rebelde con su polla. El libertino gime, maldito cáncer en la mesa y expiando su fechoría.